Si actuamos ahora, si ponemos nuestros propios intereses a corto plazo detrás del aire que nuestra gente joven respirará, la comida que comerán y el agua que toman y las esperanzas y sueños que sustentan sus vidas, después no será demasiado tarde para ellos.”
Barak Obama (COP 21, Paris, Francia.
Esta semana inició la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP21), con el objetivo de concretar un nuevo acuerdo climático que vincule a todos los países del mundo para mitigar emisiones de GEI a largo plazo, establecer medidas de adaptación, financiamiento para desarrollar proyectos e implementarlos y un sistema de medición para revisar el avance del acuerdo por lo menos cada 5 años. El reto: no sobrepasar los 2° grados centígrados promedio de la temperatura global. La solución: adoptar medidas vinculantes para lograrlo de manera diferenciada, es decir, tomando en cuenta las necesidades y capacidades diferentes de los países.
Jefes de Estado se dieron cita en París para manifestar su preocupación sobre el tema, elevándolo a un problema de seguridad mundial, en el cual se necesitan más que buenas voluntades y un fuerte financiamiento para lograr un verdadero desarrollo sustentable mediante la reducción del uso de los combustibles fósiles y la transición energética hacia energías renovables. La COP21 representa un primer paso al cambio, ya que las grandes potencias emisoras de GEI como China y Estados Unidos, se encuentran en un papel más activo que en otras ocasiones.
En este contexto y después de años en impulsar el tema del transporte en ante la CMNCC, la COP21, representa una oportunidad para colocar el tema del transporte en la agenda climática, desafiando la narrativa y demostrando la necesidad que tiene el mundo de implementar y financiar más y mejores políticas de movilidad para resolver la crisis climática.
Mediante las contribuciones nacionalmente determinadas (INDC’s) los países se comprometieron bajo diversas medidas y nivel de ambición. Hacia 2030, no solo a nivel nacional se tendrán que adoptar e implementar estas medidas, los actores locales deberán hacer un frente común para impulsar la descarbonización de la economía nacional.
Un dato alentador es que, de cara a la COP21, 75% los planes anunciados identificaban al transporte como un componente clave para la reducción de emisiones y más de la mitad contenían medidas y acciones específicas vinculadas también al transporte.
Actualmente, alrededor de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y las urbes representan poco más del 70% de las emisiones totales de gases efecto invernadero en el mundo. La movilidad se mantiene como un sector clave para lograr cumplir contribuciones, sobre todo porque representa el 26% de las emisiones globales de dióxido de carbono.[1]
Sin duda, la lucha contra el cambio climática debe tener en cuenta a la movilidad sustentable como parte de la estructura ósea de nuestras ciudades, y ésta deberá ser diseñada para las personas, no para los automóviles.
Hollande, ya prometió integrar a las ciudades en las negociaciones de la COP y garantizar que tengan acceso a los 100 mil millones de euros al año que se movilizarán con el acuerdo futuro.[2] Ahora nos toca a nosotros darle seguimiento a estos procesos y enmarcar las oportunidades para mejorar la calidad de vida de millones de personas en las ciudades a través de la movilidad urbana sustentable.
Tomemos el tema de movilidad para imaginar un futuro más sustentable y una oportunidad de reconversión hacia un desarrollo inclusivo y sustentable.
[1] Philippe Mangeard, “Transporte, el gran olvidado en las negociaciones sobre cambio climático”, disponible en: https://ecomovilidad.net/global/transporte-el-gran-olvidado-en-las-negociaciones-sobre-cambio-climatico/ (último acceso: 30 de Noviembre 2015).
[2] Jessica Roubinea, “COP21: las comunidades se movilizan”, disponible en: http://www.lejournalinternational.fr/COP-21-Las-comunidades-se-movilizan_a3126.html (último acceso: 30de Noviembre 2015).
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